La COVID‑19 es una enfermedad infecciosa causada por un coronavirus que se ha descubierto recientemente, desconocida hasta que se produjo el brote en Wuhan (China) en diciembre de 2019.

Es importante que tenga en cuenta las siguientes recomendaciones:

  • Utilice mascarillas eficaces para su prevención.
  • Practique el lavado frecuente de manos
  • Mantenga al menos un metro de distancia entre usted y el resto de personas.

Los síntomas pueden comenzar a aparecer en un plazo de 5 a 6 días desde la infección, aunque pueden tener un periodo de latencia de 14 días.

La sintomatología  de la COVID-19 es muy variable, ya que su afectación es muy anárquica entre las distintas personas. La mayoría presentan síntomas de intensidad leve o moderada, y se recuperan sin necesidad de hospitalización.

Los síntomas más habituales son los siguientes:

  • Tos seca.

Otros síntomas menos comunes son:

  • Molestias y dolores.
  • Dolor de cabeza.
  • Dolor de garganta.
  • Pérdida del sentido del olfato o del gusto.
  • Erupciones cutáneas o pérdida del color en los dedos de las manos o de los pies

Síntomas graves tales como:

  • Dolor o presión en el pecho.
  • Incapacidad para hablar o moverse.
  • Dificultad para respirar o sensación de falta de aire.

Ante síntomas graves busque atención médica inmediata.

A pesar del desconocimiento que todavía existe de este nuevo virus, una de las manifestaciones más comunes que se han observado es la frecuente alteración del aparato respiratorio a corto, medio y largo plazo.

La Fisioterapia respiratoria ha demostrado ser eficaz para disminuir los tiempos de hospitalización de estos pacientes y, una vez superada ésta, la fisioterapia respiratoria se convierte en una aliada indispensable para minimizar las secuelas que impiden o dificultan el desarrollo de las rutinas habituales derivadas de la alteración respiratoria causada por la infección.

Algunos pacientes presentan secuelas neurológicas, incluso secuelas derivadas de los  largos periodos de encamamiento a los que se han visto sometidos. En estos casos, la fisioterapia es imprescindible para revertir al máximo las complicaciones derivadas de estos problemas y devolver al paciente a su actividad diaria en las mejores condiciones posibles.

Además se han descrito otras secuelas como son la debilidad muscular, la fatiga, la disnea, el dolor, la dificultad al tragar, la confusión mental, la dificultad en la concentración, la pérdida de memoria, la dificultad de conciliar el sueño, la tristeza, la ansiedad…

Los fisioterapeutas podemos ayudar a estos pacientes a través de programas de readaptación y recuperación funcional. Con estos programas, diseñados para cada paciente, mejorarán su tolerancia al esfuerzo, y poco a poco podrán recuperar sus rutinas, tanto en las actividades básicas de su vida diaria, como en las instrumentales y las profesionales que desempeñaran antes de la enfermedad.

La rehabilitación tan temprana como sea posible mejora significativamente el pronóstico de los pacientes.